lunes, 22 de abril de 2024

Día Internacional del Libro: Idea Vilariño

 

“Poemas de amor”, de Idea Vilariño, es un poemario publicado en 1957. Los poemas ahí integrados lindan con su “Nocturnos” anterior, hondos espacios interiores, mensajes convertidos en ecos.

 

Un poemario que delata la experiencia más terrible y aniquiladora. Rompe, con su voz activa, el estereotipo tradicional de la poesía femenina. Una voz de mujer crea una experiencia que cualquiera puede hacer suya. El amor y el desamor, en el más absoluto desnudamiento

arranca del lector, cualquiera que sea su género, un gemido de mujer.

 

A ese poemario, que estuvo dedicado a Juan Carlos Onetti y después ya no, pertenece el poema “Ya no”:

 

Ya no será

ya no

no viviremos juntos

no criaré a tu hijo

no coseré tu ropa

no te tendré de noche

no te besaré al irme

nunca sabrás quién fui

por qué me amaron otros.

 

No llegaré a saber

por qué ni cómo nunca

ni si era de verdad

lo que dijiste que era

ni quién fuiste

ni qué fui para ti

ni cómo hubiera sido

vivir juntos

querernos

esperarnos

estar.

 

Ya no soy más que yo

para siempre y tú

ya

no serás para mí

más que tú. Ya no estás

en un día futuro

no sabré dónde vives

con quién

ni si te acuerdas.

No me abrazarás nunca

como esa noche

nunca.

 

No volverá a tocarte.

 

No te veré morir.

 

Idea Vilariño es la poeta del decir certero en testimonios que dan cuenta de una de sus obsesiones: el amor como muerte. La negación de la esperanza integra, quizá, todas sus palabras.

 

¿Por qué se nos vuelve necesaria y permanente su lectura? Su poesía reúne mensaje y forma de expresión. Sus obsesiones son constantes en el individuo de todos los tiempos. Sus preocupaciones políticas o sociales son el día a día en nuestra Latinoamérica. Su desesperanza es razonable.

 

Idea Vilariño en cada verso, poema y lectura, renueva la palabra, la pureza de la imagen, la perfección rítmica.

 

Junto a ella surgieron, y surgen constantemente, otras voces femeninas impactantes y abisales en nuestra América Latina, que va volcándose sobre sí misma para conocerse.

 

Podcast de Literatura EnEspiral sobre Idea Vilariño:

https://www.youtube.com/watch?v=xnZEH_ywuHY





 

 

 

domingo, 21 de abril de 2024

Día Internacional del Libro: Jorge Luis Borges

 

Bien podría ser La cifra el título que anuncia el destino del intelecto y del sueño: des-cifrar. Develar las dos caras del espejo, el oxímoron equivocación y hallazgo que sostiene la afirmación borgeana: el ejercicio de la literatura «nos revela nuestras imposibilidades, nuestros severos límites». Y es el prólogo de este conjunto de poemas publicado en 1981, donde Borges nos introduce en lo que a él le ha sido dado: «Mi suerte es lo que suele denominarse poesía intelectual».

 

Uno de esos poemas intelectuales es “Los justos”:

 

Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.

El que agradece que en la tierra haya música.

El que descubre con placer una etimología.

Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.

El ceramista que premedita un color y una forma.

Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.

Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.

El que acaricia a un animal dormido.

El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.

El que agradece que en la tierra haya Stevenson.

El que prefiere que los otros tengan razón.

Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.

 

Cada verso un microcosmos donde habitan millones, salvo el que sólo requiere a dos intelectos ante el tablero infinito de ajedrez.

 

“Cándido o El optimismo”, de Voltaire, construye el espacio de “Los justos”. Cada uno cultiva «el mejor de los mundos posibles», cada uno se desilusiona ante las terribles calamidades que el mundo le hará sufrir. Y levantará de nuevo su mejor huerto, en la infinita memoria del orden del tiempo, análogo a la música. Y buscamos en la etimología del lenguaje del tiempo, cifrado en la memoria de los días, las piezas que se mueven en direcciones ortogonales y diagonales en tablero de ajedrez.

 

La vista articula signos silenciosos de colores y formas; la visión interior del ciego que compone en la página límites e imposibilidades, ya vistos por ese otro, el escribiente dantesco, habitante en la memoria de la tercia rima, el «geómetra empecinado en cuadrar el círculo», que sueña con unir su naturaleza humana a la sabiduría divina.

 

Sólo «por medio de imágenes, de mitos o de fábulas», el hombre se abstrae de la vigilia; justifica el daño de sus bárbaros impulsos. Y busca en el círculo el remanso viajando al jardín de versos de la infancia, así Stevenson pre-vió en «Las nuevas mil y una noches» lo fantástico.

 

Las razones son ilusorias, abstracciones borrosas en el espejo de la incertidumbre, donde cada uno se mira -sin razón- salvando el mundo.

 

https://www.facebook.com/MargaritaDiazDeLeonI

https://www.instagram.com/literaturaenespiral/





 

 

jueves, 18 de abril de 2024

Día Internacional del Libro 2024. La razón de la sin razón

 


Las creaciones literarias no pueden explicarse. Uno intenta. Y los artistas, los escritores, los músicos, inventamos razones y descripciones del proceso creativo. Pero en el fondo nadie sabe cómo ocurre esa misteriosa alquimia entre una experiencia, una imaginación, una fantasía y el resultado sobre la página, la partitura o la tela. Lo que pasa es que estamos trabajando con un instrumento muy arbitrario. El lenguaje es uno de los más débiles, menos concretos, que hemos construido. Lo prueba el fallo de la comunicación cotidiana, porque cuando yo digo “libro” es probable que usted no escuche el libro que yo estoy mencionando, sino que refiera al libro que usted está leyendo. O cuando decimos “libertad”, “utopía” o “soledad”, con definiciones que cada quien tiene en su cabeza y que manifestamos a través de esa limosna verbal que le tiramos a quien nos escucha, para que las reconstruya con su propia imaginación y su experiencia. Entonces, cuando queremos explicar cómo juntamos palabras para configurar un texto, siempre inventamos porque no lo sabemos; al terminar de escribir y liberarlo para la lectura, uno siente que no se parece nada a lo que se había imaginado al iniciar.

 

Expuesto el texto ante los sentidos del lector / lectora, también hay invención. Tendrá que significar, desentrañar, descifrar, así como lo ha hecho con el paisaje deseado, el rostro amado, el trino del ave, la estrella prometida.

 

En el proceso del acto de leer se avanza para transformar la obra en otra cosa, mediante la refiguración o recreación. Es decir, la lectura imaginativa y creativa, se ancla al texto y a la comprensión de la propia experiencia del lector o la lectora. 

 

Se lee conjeturando que el autor / autora sabía lo que hacía. Suponiendo que Cervantes sabía que estaba escribiendo El Quijote, suponiendo que San Juan de la Cruz sabía que estaba escribiendo Noche oscura del alma. Pero, por supuesto que no es así. Desde el punto de vista histórico sabemos que Cervantes empezó a escribir una suerte de sátira sobre las novelas de caballería y el resultado fue otra cosa. No sabemos qué quiso hacer San Juan de la Cruz, si su poema místico es una versión de un acto erótico que no se atrevió o no quiso escribir directamente, o si simplemente esa experiencia mística la sentimos como un acto erótico. Entonces, la relación con el texto es siempre a través de la suposición de lo que el autor / autora quiso decir, aunque sabemos que no podemos saber lo que quiso decir. El acto de lectura es, por tanto, creativo: transforma las palabras en una experiencia de interpretación.

 

Esa misma debilidad del lenguaje que construye la literatura, también ofrece “huecos”, “quebraduras”, "espacios en blanco", "cóncavos", donde el lector / lectora introduce interpretaciones -textos propios- que no existen en la página. Dicho de otro modo: la arbitrariedad, la ambigüedad, hace que el acto de lectura enriquezca la obra.

 

Un escritor escribe lo puede. Un lector elige lo que quiere.

 

Escritores y escritoras estamos limitadas por una cantidad de factores: el propio genio, la habilidad de inventar textos, la docilidad o la resistencia del lenguaje que usamos. El lector y la lectora, en cambio, puede elegir leer a Cortázar, que a muchos parece complicado, o a Pizarnik, que tiende trampas a lo simple, o cualquier otro que prefiera.

 

Escribimos tentando respuestas. Se lee planteando preguntas. Y a veces siempre surgen los mismos cuestionamientos o las constantes búsquedas acerca de la identidad, o la posibilidad o imposibilidad de conocer a los otros, o a sí mismo o a la divinidad. Casi siempre uno se encuentra en la opacidad, en el conflicto de las interpretaciones, que busca develar.

 

Ambos actos en mí -leer y escribir- revelan que soy lectora y que siento la escritura como un acto secundario, aleatorio, enigmático, en ocasiones prescindible. Pero, creo que no podría vivir sin leer, porque gozo la experiencia sedentaria y el naufragio en oleadas de interpretaciones. Mar de los sargazos, que me impulsa al deseo de compartir con otros el ahogo o el encuentro de pasajes que me conmovieron, iluminaron, azoraron. Un impulso arcaico que nació una tarde lejana quizá alrededor de fuego, cuando ancestros y ancestras empezaron a contar historias para compartir experiencias y aprender de las de otros.

 

Hoy seguimos relatando y creando poemas, seguimos escribiendo y leyendo, por ciertas razones. Una de ellas es develar enigmas y secretos que no terminamos por descifrar. ¿Por qué escribimos? ¿Para qué leemos? Cada quien se inventa motivos. 






Día Internacional del Libro: Idea Vilariño

  “Poemas de amor”, de Idea Vilariño, es un poemario publicado en 1957. Los poemas ahí integrados lindan con su “Nocturnos” anterior, hondos...