Irse es una urgencia de dos sílabas: una verbal
(la acción) y otra pronominal (de quien se va).
Irse, es la conciencia del espacio en su
diferencia.
Cómo estoy aquí.
Qué pasará si me voy de ahí.
Por qué irme de allí.
Moverse es más leve; es viento.
Abandonar es trágico; es vaciar a otro de
ternura.
Irse, es tener adonde irse. No siempre hay otro
sitio que nos acoja. Pienso, por ejemplo, en el film “Bombshell”, donde irse
significa abandonar la carrera, la admiración de otros, la seguridad económica.
Pienso, también, en la serie “I Just Killed My Dad”, donde irse significa ser
perseguido por el odio de otro.
¿Cuándo hay que irse pese a todo? Cuando el
título de propiedad de la vida está en juego; cuando la dignidad -también
llamado amor propio- está en un mortero.
Con mirada de órdago, nos vamos de donde no hay
amor; porque se agotó o violentó.
Nos vamos porque no lo intentan; cuando una
sola mano empuja la carreta y los demás, mudos, observan.
Hay que irse de ahí, cuando nos usan de espejo:
no te mires en mí, por no mirar en ti.
Hay que irse de allí, cuando nos usan de almohada:
entre las piernas, de confesionario, de lacrimatorio, de amortiguador.
Yo me voy de donde no hay abono
Tú de donde no surgen preguntas
Él porque ha sido descubierto
Ella huye cuando la mentira obstruye
Yo me voy de donde no entienden motivos
Tú de donde no hay respuesta
Él porque tiene miedo
Ella huye cuando el llanto apaga su fuego
Yo me alejo jugando
Tú pateando piedritas
Él limpiándose las ruinas
Ella sin voltear atrás
Irse para no quedarse igual
irse para que no todo sea igual
ir-se para no extinguir-se
La imagen la tomé de Pinterest