domingo, 28 de agosto de 2022

Me voy, te vas, se va

 

Irse es una urgencia de dos sílabas: una verbal (la acción) y otra pronominal (de quien se va).

Irse, es la conciencia del espacio en su diferencia.

Cómo estoy aquí.

Qué pasará si me voy de ahí.

Por qué irme de allí.

 

Moverse es más leve; es viento.

Abandonar es trágico; es vaciar a otro de ternura.

 

Irse, es tener adonde irse. No siempre hay otro sitio que nos acoja. Pienso, por ejemplo, en el film “Bombshell”, donde irse significa abandonar la carrera, la admiración de otros, la seguridad económica. Pienso, también, en la serie “I Just Killed My Dad”, donde irse significa ser perseguido por el odio de otro.

 

¿Cuándo hay que irse pese a todo? Cuando el título de propiedad de la vida está en juego; cuando la dignidad -también llamado amor propio- está en un mortero.

 

Con mirada de órdago, nos vamos de donde no hay amor; porque se agotó o violentó.

Nos vamos porque no lo intentan; cuando una sola mano empuja la carreta y los demás, mudos, observan.

 

Hay que irse de ahí, cuando nos usan de espejo: no te mires en mí, por no mirar en ti.

Hay que irse de allí, cuando nos usan de almohada: entre las piernas, de confesionario, de lacrimatorio, de amortiguador.  

 

Yo me voy de donde no hay abono

Tú de donde no surgen preguntas

Él porque ha sido descubierto

Ella huye cuando la mentira obstruye

 

Yo me voy de donde no entienden motivos

Tú de donde no hay respuesta

Él porque tiene miedo

Ella huye cuando el llanto apaga su fuego

 

Yo me alejo jugando

Tú pateando piedritas

Él limpiándose las ruinas

Ella sin voltear atrás

 

Irse para no quedarse igual

irse para que no todo sea igual

ir-se para no extinguir-se

 

 


 

 

La imagen la tomé de Pinterest

 

 

 

 

 

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