domingo, 29 de mayo de 2022

Es Alfonsina la leyenda Storni

Ingreso al oleaje de palabras para escribir sobre Alfonsina Storni, como tributo a 130 años de su nacimiento.

 

Inicio con “Tú me quieres alba”, publicado en su poemario El dulce daño en 1918 (su segundo poemario, posterior a La inquietud del rosal, 1916), porque es con su poema-manifiesto que confronta al discurso patriarcal avalado por una sociedad manipuladora e hipócrita:

 

Tú me quieres alba,

me quieres de espumas,

me quieres de nácar.

Que sea azucena

sobre todas, casta.

De perfume tenue.

corola cerrada.

 

Ni un rayo de luna

filtrado me haya.

Ni una margarita

se diga mi hermana.

Tú me quieres nívea,

tú me quieres blanca,

tú me quieres alba.

 

Tú que hubiste todas

las copas a mano,

de frutos y mieles

los labios morados.

Tú que en el banquete

cubierto de pámpanos

dejaste las carnes

festejando a Baco.

Tú que en los jardines

negros del Engaño

vestido de rojo

corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto

conservas intacto

no sé todavía

por cuáles milagros,

me pretendes blanca

(Dios te lo perdone),

me pretendes casta

(Dios te lo perdone),

¡Me pretendes alba!

 

Huye hacia los bosques,

vete a la montaña;

límpiate la boca;

vive en las cabañas;

toca con las manos

la tierra mojada;

alimenta el cuerpo

con raíz amarga;

bebe de las rocas;

duerme sobre escarcha;

renueva tejidos

con salitre y agua;

habla con los pájaros

y lévate al alba.

Y cuando las carnes

te sean tornadas,

y cuando hayas puesto

en ellas el alma

que por las alcobas

se quedó enredada,

entonces, buen hombre,

preténdeme blanca,

preténdeme nívea,

preténdeme casta.

 

“Me llamaron Alfonsina, que quiere decir dispuesta a todo”, dijo, la hija de migrantes suizos instalados en la provincia de San Juan (Argentina) en 1880.

“Estoy en San Juan, tengo cuatro años; me veo colorada, redonda, chatilla y fea. Sentada en el umbral de mi casa, muevo los labios como leyendo un libro que tengo en la mano y espío con el rabo del ojo el efecto que causo en el transeúnte. Unos primos me avergüenzan gritándome que tengo el libro al revés y corro a llorar detrás de la puerta.”

A los 10 años lava platos y atiende mesas en el “Café Suizo”, propiedad de su madre. Después será obrera en una fábrica de gorras. Posteriormente, el destino la lleva al teatro:

“A los trece años estaba en el teatro. Este salto brusco, hijo de una serie de casualidades, tuvo una gran influencia sobre mi actividad sensorial, pues me puso en contacto con las mejores obras del teatro contemporáneo y clásico [...] Pero casi una niña y pareciendo ya una mujer, la vida se me hizo insoportable. Aquel ambiente me ahogaba. Torcí rumbos...”

Más tarde se convierte en maestra rural y se vincula a revistas literarias donde publicará sus poemas.

Define su vida una actitud de mujer que se enfrenta sola a sus decisiones. Nace su hijo Alejandro al que registra sólo con su apellido.

 

Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley,

Que no pude ser como las otras, casta de buey

Con yugo al cuello; ¡libre se eleve mi cabeza!

Yo quiero con mis manos apartar la maleza.

 

Mirad cómo se ríen y cómo me señalan

Porque lo digo así: (Las ovejitas balan

Porque ven que una loba ha entrado en el corral

Y saben que las lobas vienen del matorral).

(…)

Yo soy como la loba. Ando sola y me río

Del rebaño. El sustento me lo gano y es mío

Donde quiera que sea, que yo tengo una mano

Que sabe trabajar y un cerebro que es sano.

 

La que pueda seguirme que se venga conmigo.

Pero yo estoy de pie, de frente al enemigo,

La vida, y no temo su arrebato fatal

Porque tengo en la mano siempre pronto un puñal.

 

El hijo y después yo y después... ¡lo que sea!

Aquello que me llame más pronto a la pelea.

A veces la ilusión de un capullo de amor

Que yo sé malograr antes que se haga flor.

 (“La loba”,1916).

 

Trabaja como cajera y en la revista Caras y Caretas. Gracias a ello, publica, con fondos propios, su primer poemario La inquietud del rosal (1916).

En 1919 Amado Nervo llega a la Argentina como embajador de su país, y frecuenta las mismas reuniones que Alfonsina, lo que le permite establecer relación con poetas modernistas.

Se enamora de Horacio Quiroga, un hombre marcado por el destino, perseguido por los suicidios de seres queridos.

El 20 de mayo de 1935 Alfonsina es operada de un cáncer de mama, hecho que la desestabiliza.

En 1936 se suicida Horacio Quiroga y ella le dedica un poema de versos conmovedores y que presagian su propio final:

 

Morir como tú, Horacio, en tus cabales,

y así como en tus cuentos, no está mal;

un rayo a tiempo y se acabó la feria...

Allá dirán.

Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte

que a las espaldas va.

Bebiste bien, que luego sonreías...

Allá dirán.

 

El 23 de octubre de 1938 viaja a Mar del Plata y hacia la una de la madrugada del martes veinticinco Alfonsina abandona su habitación y se dirige al mar. Deja escrito “Voy a dormir”:

 

Dientes de flores, cofia de rocío,

manos de hierbas, tú, nodriza fina,

tenme prestas las sábanas terrosas

y el edredón de musgos escardados.

 

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.

Ponme una lámpara a la cabecera;

una constelación, la que te guste;

todas son buenas, bájala un poquito.

 

Déjame sola: oyes romper los brotes...

te acuna un pie celeste desde arriba

y un pájaro te traza unos compases

 

para que olvides... Gracias... Ah, un encargo:

si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido.

 

Esa mañana, dos obreros descubrieron el cadáver en la playa. A la tarde, los diarios titulaban sus ediciones con la noticia: “Ha muerto trágicamente Alfonsina Storni, gran poetisa de América.”

 

Alfonsina Storni. Mujer. Migrante. Latinoamericana. Argentina. Pobre. Madre. Feminista. Poeta. Suicida. Eterna.





Día Internacional del Libro: Idea Vilariño

  “Poemas de amor”, de Idea Vilariño, es un poemario publicado en 1957. Los poemas ahí integrados lindan con su “Nocturnos” anterior, hondos...