Cuarto Creciente es mi cuarto poemario. Se publicará este año. Ciertas palabras clave, figuras de lenguaje, soportan su discurso y orientan su lectura.
En ciertos pasajes irrumpe la figura del amor, con el propósito de reafirmar un discurso que hoy pocos sostienen.
Por tanto, escribir el amor es la tentativa de configurar un lenguaje que, en cierta medida, ha sido deportado de la actualidad literaria. Volver a situarlo en la creación estética, quizá sea una forma de restarle al hecho literario su extrema soledad.
En el Banquete dice Sócrates: amar sirve para "engendrar una multitud de hermosos y magníficos discursos". Probablemente la afirmación socrática sea el motivo por el cual el romanticismo hace de la pasión una fuerza sagrada y viva, por ende, el discurso pasional le abre la posibilidad a la obra inmortal. Así lo plantea Goethe en su Werther y en estudios culturales un bolero que me fascina:
Por alto que esté el cielo en el mundo
Por hondo que sea el mar profundo
No habrá una barrera en el mundo
Que mi amor profundo
No rompa por ti
Aquí quiero plantear algunas imposibilidades y probabilidades sobre el tema del amor en la poesía.
Primero. Lo amoroso tiene
cierta imposibilidad para alojarse en la escritura. Se diría que tendría que escribirme. Pero mi yo en el poema sería vano. Se convertiría en un
discurso intimista y confesional que a nadie importaría (sólo a mí, a mi
terapeuta y a la curiosidad del otro). Con esto quiero decir que la autora sintomática se convierte en la enunciación de quien ama.
Segundo. En la semántica del amor, la palabra dolor es eco. Sin embargo, ¿cómo lograr el efecto dolorido con sólo escribir la palabra? Por eso el discurso del amor
necesita de la escritura de lo Imaginario. Se crean imágenes con palabras. La
imagen de la enamorada y su otro discurre en el lenguaje sensual de la pérdida:
miro la noche resbalar en tu ausencia. Con esto pretendo decir que no existe el tema del amor en la poesía, sino la figura del amor en la poesía.
Tercero. El problema de escribir sobre el amor es también su expansión: decir poco o decir mucho. El amor es elíptico, porque sólo requiere de un gesto para ser. Es hiperbólico, porque sus emociones están en el linde del delirio. Con esto busco decir que la figura del amor es perspectivista, polifónica, multitonal.
Cuarto. La escritura amorosa no hace amar, ni
compensa ni sublima. Crea una herida. Con esto intuyo que la configuración del amor en la poesía es un cuerpo. Viene del cuerpo y a él se dirige. Es centrípeta. Es cerrada. No se fuga a lo real.
En Cuarto Creciente la figura del amor pretende crear un lugar donde no
estoy ni nadie está. Es crearme y crear a otro en el espacio Imaginario.
En todos los idiomas y todas las hablas se encuentra
el discurso del amor, pero hoy está abandonado por los lenguajes circundantes.
Hay que decir sí, escribir sí, afirmar el amor para que tenga
lugar.
Imagen: “Tristán e Isolda” (1944) de Salvador Dalí
Tomada de: https://arthive.com/es/salvadordali/works/316265~Tristn_e_Isolda