“Toda primera vez es…” tiene cerca de
1,500,000,000 resultados relacionados con: “¿Qué sucede la primera vez que
tienes sexo?” Con menores vínculos: “Toda primera
vez es… conector de tiempo”. Esto es lo que buscaba, un pre-texto para
refractar la temporalidad entre escribir y publicar poesía -erótica.
Pero antes declaro: estoy fuera del
totalitarismo de la academia y de la presunción del oficio de poeta. Me
parece peligroso, para la abundancia humana, habitar en una sola casilla y quedarse
como estatua. Por tanto, elijo vivir con un pie sobre una cáscara de plátano y con el otro, en la orilla
del abismo.
Todo inició con el performance “Altazor”. En
2018 comencé a escribir la adaptación, para poesía escénica y danza
contemporánea, de la obra cumbre de Vicente Huidobro. Fue el ejercicio de
quitar, poner y cambiar el que empujó la piedrita, porque el formato exige una
narrativa coreográfica con ritmo lírico.
Diversas voces han preguntado: ¿por qué
empezaste a escribir y a publicar “tan tarde”? El momento llegó, sin
propiciarlo, cuando Altazor me lanzó sin paracaídas ni parasubidas.
El tema del deseo y del erotismo femenino (una
mujer versa el juego de los cuerpos) está gestado al final de la
adaptación de “Altazor”. No podría situar en otro lado el hilo conductor.
Sabes que no hay tiempo que perder
Sabes que tu mirada lleva la palabra al
corazón
Y a la boca embrujada del ruiseñor
Juguemos fuera del tiempo
A la hora del cuerpo en el naufragio
ambiguo
Yo mido paso a paso el infinito
Por tanto, no hay tiempo que perder
Entonces
Ah entonces
Más allá del último horizonte
Se verá lo que hay que ver
Entonces no hay tiempo que perder
Y si viene el instante prosaico
Siga el barco que es acaso el mejor
Ahora que me siento y me pongo a escribir
Ni un instante perdido ni un verso en el
naufragio
Levántate alegría
Todo esto es hermoso como mirar el amor de
los gorriones
O como oír dos pájaros anónimos que cantan
a la misma azucena
O como el rubí nacido de los deseos de una
mujer
Y como el mar que no se sabe si ríe o
llora
Y como la mina de oro de las abejas
Levántate alegría
Mi alegría es oír el ruido del viento en
tus cabellos
Mi alegría es mirarte en el diván del
mundo
Mi alegría es mirarte cuando escuchas
Ese rayo de luz que camina hacia el fondo
del agua
Si tú murieras las estrellas a pesar de su
lámpara encendida perderían el camino
Si tú murieras, ¿qué sería del universo?
En ese final está ya el ab ovo: el tiempo, el otro, el juego, los cuerpos, las
miradas, el viento, el mar, la escritura, el naufragio, el deseo, las risas,
los llantos, el amor, la pérdida, el miedo… estas piezas de modelo para
armar, tiza de Altazor, fueron mi rito de iniciación.
“Poema 1”
No busqué enterrar el dolor,
se extendió por mi cuerpo
como una sombra,
envenenó mi sangre,
se filtró en el agua que quise beber
y me ahogó.
Fui cerrando toda herida
con la ligereza del párpado.
De nada sirvió.
En cada cambio de estación
se hacían visibles,
perdían su transparencia
recordándome en la piel su existencia.
Llegaste cálido una noche de julio
a inventarme el amor.
Con la fuerza del golpe,
con nuestras viejas cicatrices,
con los miedos inútiles,
con la tristeza arrastrada,
con la lumbre
huida y cobarde,
nos encontró el azar.
Creamos la caricia en dos cuerpos
malogrados,
como una tierra florida
para plantar
el amor.
Una mujer está enterrada viva por un dolor, que no comprende. El azar la lía a un hombre, también
herido. Sin paracaídas ni parasubidas, dos cuerpos lastimados y anhelantes buscan renacer en el
amor, en la misma fractura que los dobló. ¿Dónde más podría ser?
“En Escala del 15 al 26” (2020) comenzó a escribirse en 2018.
Si quieres escuchar y ver la última coreografía
de mi adaptación para el performance “Altazor”, aquí dejo el enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=kwMKpGtlInM&t=725s